Creías que no podrían suceder, aquellas insólitas imágenes que tu mente colocaba como inhóspitas, utópicas. Ilusa, como si todo no pudiese pasar. Como si lo imposible no fuera mera palabra, y lo más improbable no fuera hoy, la vida diaria. Lo extraño, simple trámite; lo insano, al alcance de la maldita yema de tu dedo. ¿Que quieres? ¿Eso? ¿Aquello? Pídelo, lo tendrás. Vendrá el delivery de la infamia para entregarte lo que tanto deseabas consumir en un segundo por el solo valor de … ¡ha ha! ¡Sorpresa! ¿O acaso creías que era tan fácil? Te presento la realidad mi amigo: la letra chica está debajo de todo puño y letra, debajo de este plano, debajo de tu mirada y debajo de tus pies, motores del movimiento que a los tantos caminos incorrectos te lleva. Pero es claro que no soy yo quien te impulsará a repensar tus cavilaciones, tus incertidumbres o espesuras. Ni siquiera servirá de simple consejo, pues son solo vocablos, uno atrás de otro, y otro y otro… Los lees, los piensas, los descartas. Pero siempre, siempre, se llega al punto final. Todos lo hacemos y todos lo haremos, en esta vida o en la otra después de todo. Drástico y sin drama, impulsivo como tanto te atrae, como tanto te enloquece. Humanos, qué hermosas creaciones. ¡De error en error pero con la frente siempre en alto!
Ailén
1 reflexion/es:
Ese dejito humanista que guardamos por debajo del hombro.
Saluditos.
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