Un reloj inmenso de arena. El tiempo y el hombre. El hombre y el tiempo. La coraza de cristal parece interminable, impenetrable en comparación con su piel, rasgada por cada grano del mineral que lo roza. Desnudo e indefenso siente miedo, paralizado tras no encontrar una salida a aquel severo golpeteo del envejecer. Debe haber un subterfugio, aunque no lo veamos, escondido en las sombras de nuestro pesimismo y temor.
Algunos recurren a la fe, otros buscan la voluntad y fuerza en sus interiores, yo cierro mis ojos y me pierdo en mis fantasías, imagino la vie en rose y a el en ella, frágil, siempre cambiante. Considerarán cliché al amor como escapatoria pero a mi me sienta bien y quien piense diferente puede perderse en sus pensamientos, donde nadie jamás lo encontrará.
Ailén
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