sábado, 5 de septiembre de 2009

Al compás de las aguas, bailarás hacia la eternidad




Para mi madre,



La llamaban Isadora y en su danza ella plasmaba lo que ni el viento ni las olas pudieron alguna vez representar. La libertad de sus ágiles curvas al compás de las notas enardecía a su público quien estupefacto ya no encontraba palabras para describir lo que en el escenario se mostraba. Muchos la consideraron revolucionaria, tal como un lince fuera de control, que con cualquiera de sus pasos podía paralizar al mundo. La conservadora sociedad del momento pudo haberla escondido tras las sombras, pero muchos olvidaron que las sombras podían también bailar. La diferencia radicaba en que su danza, aunque oscura, no provenía de la imitación, era un fantasma independiente, inmerso en una locura de la que se desprendía en cada pieza musical. Su mente y cuerpo al desnudo se mimetizaban en una sola fuerza descomunal, capaz de derrocar a cualquiera de su pacífica plenitud. Para entonces, el arte no se imaginaba que tal vendaval nacería para quebrar su clásica historia, llevándolo a preguntarse acerca de qué tan amplio podía llegar a ser el espectro de su expresividad.

Llegó a Norteamérica cuando menos era esperada pero no se rindió ante los abucheos que se anteponían a su pasión. La consideraban revolucionaria y trágica pues su inspiración partía de la muerte y el sufrimiento, y también minimalista ante la pequeñez de sus ropas que sugestivas ofendían a los más mesurados. Sus cabellos sueltos y la falta de maquillaje dejaban entrever la realidad de sus expresiones, reflejando aquellas inquietudes que rondaban en su mente y se hacían visibles a través de las facciones del dolorido rostro. La injusticia la acompañaba día a día, como también a los marginados de una sociedad jerárquica a la que poco le importaba la vida o muerte del inferior.

Isadora, Isadora, ¡cuánto fue lo que quisiste interpretar ante seres tan crudos y cuán poco fue su entendimiento hacia tus figuras! La resignación ante la existencia de tu persona persistió pero aún así llevaste a cabo la fiesta de despedida; la celebración de tu éxodo cuando ya no pudiste resistir más aquellas oscuras tierras. La felicidad, aunque hipócrita, de tus invitados te acompañó durante toda la velada, como así también, durante tu muerte.

La llegada de su amante terminó por colmarla y juntos, por supuesto, bailaron aquella pieza final, regocijando a la muchedumbre. Su chalina, extensa hacia lo imposible, la seguía e imitaba en cada movimiento, logrando así una armonía mágica e irresistible. Seguramente la sospecha no hubiese alcanzado jamás el punto de creer que aquel sería, efectivamente, su último baile, pero sin dudas fue por ello que lo hizo con tanto esmero, como si nadie la mirase, como si ella y su pareja se fundiesen en una sola persona.

Su fuga fue gloriosa. Brincando de alegría se alejó del jolgorio, tomada de la mano con quien compartiría un viaje único hacia la eternidad. El descapotable los esperaba, brillando ante una luz tenue de atardecer, oculto bajo un crepúsculo mortal. Ya sobre el asfalto nada podía entrometerse, su alma era libre y esa libertad la acompañaría hasta el final de los caminos.

Su grito final ‘¡adiós mis amigos, me voy al amor!’. Fue entonces cuando su respiración se vio interrumpida al enredarse aquella chalina, roja como la sangre, en la rueda del automóvil, dándole así la muerte a la bailarina más atrevida a la que Norteamérica alguna vez enfrentó.

Isadora fue y será, la guerrera emperatriz, única capaz de manifestar su desencanto hacia el mundo.




Inspiración: Vida y muerte de la bailarina estadounidense Dora Angela Duncan (1878-1927)



Ailén

2 reflexion/es:

Unknown dijo...

Muy bien lo lograste, tuve q agachar la cabeza y registrarme. ahhhhhhhh
Asi q incursionaste en el mundo blogger, ni siquiera se q es este mundo,en fin.
Linda tu redaccion sobre la loca q se ponia en bolas en un escenario y escandalizaba al ambiente del balet a principios del sigloXX

Woodrow dijo...

Daaale, esto está para mucho más que un ocho. Es extraño cómo una profesora de literatura aprecia ciertas cosas como el trasero de una estatua y no la fantástica historia que relataste con menos de 18 años. Brillante. Espero que updatees muy seguido así me enriquezco gracias a tu talento xD. Salute!

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