sábado, 19 de septiembre de 2009


- Naturaleza humana -

Imagina el campo de trigo,
y el ángel soñándonos
como gárgolas enfrentadas
sin poder tocarnos, no.
Ahora imagina el caos,
de nuestros enjaulado dolor,
quemando el trigo, la tierra, el aire
quebrando el suelo,
retando al sol.
Asomados nuestros sentimientos,
a la vista nuestro corazón,
liberando truenos y destellos
como una fiera sin control.
¡Deténganse! ruega el ángel,
la destrucción corroe sus ropas,
¡Demencia! grita con furia,
y nos insita a ir por más,
aunque los ecos de su llanto
resuenen por los maltrechos pastizales.


Ailén

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