sábado, 19 de diciembre de 2009

Hálito del romanticismo


Imagen: Viajero frente al mar de niebla, 1818, de Caspar David Friedrich.



Completamente liberada, caminaba hace unos días, con la libertad escurriéndose por mis labios. Nada me detenía, no había ninguna cosa que me perturbase; estaba en paz con mis pasos y con el viento que soplaba en boca de los felices. Es simplemente indescriptible el cesar de las responsabilidades y el comenzar un nuevo caminar, y mas increíble es aun el hecho de sentir que durará por tanto tiempo. Siento eso, siento que el tiempo pasa lento, pero ocupado, detenido en cada momento de complicidad y risas, así de claro: perfecto. Los proyectos surgen y exasperan, gritan ansiedad y apuran a la arena, que cae y cae pero no se preocupa en volar. Me cubren ilusiones de un lila arrebatado, de nieve limpia y luces impasibles tras el céfiro húmedo del cielo. Se me traba el paladar ante las nuevas lenguas y siento frío ante las fantásticas brisas, y por supuesto: me encanta. Quiero los sueños, te quiero a vos, todos a una maleta y en viaje por lo desconocido.



Ailén

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