Fotografía:Mi Ank, regalo de los 18 años, jeroglífico egipcio que simboliza la búsqueda de la inmortalidad.
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien no tiene nada de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
Y entonces fue que dijimos, señor, dános la gracia de levantar ciudades iguales a los arboles, que llegan a estar maduros antes de quedarse secos...Génesis, Capítulo 1972, versiculo primero del futuro testamento.
Ciudades, fundadas para odiar Ciudades, tan altas, ¿para qué? Ciudades, cada vez de pie Ciudades, al polvo volverán
Ciudades, fundadas para odiar Ciudades, tan altas, ¿para qué? Ciudades, cada vez de pie Ciudades, al polvo volverán Si aquí la estrella no se ve jamás y aquí la tierra y sierra y sol se van y reinará la soledad total Que escrita fue la destrucción final
Ciudades, fundadas para odiar Ciudades, tan altas, ¿para qué? Ciudades, cada vez de pie Ciudades, al polvo volverán
Qué lindo será reconstruir Querido, besáme hasta engendrar un hijo Con vuelo de albañil en paz Qué lindo me nacé una ciudad Qué calle me sangra por los pies Qué fuente parió mi corazón con fe? Y en cada charco habrá un pichón de mar Y en cada fragua un inventor de sol Y en cada puerta la inscripción astral Y en cada triste un aprendiz de Dios
Ciudades, ciudades ¿qué seran? Ciudades, sentí su anunciación Ciudades ya empiezo a construir Ciudades, del polvo volverán...
Ciudades, ciudades ¿qué serán? Ciudades, sentí su anunciación Ciudades ya empiezo a construir Ciudades, del polvo volverán...
Y pensaba… en la inmortalidad del alma. Se que no soy la primera en citar estos delirios, pero tampoco seré la última. Háganme un lugar pues, pequeños filósofos.
Lo que meditaba era lo siguiente: la reencarnación TIENE que existir. No puede ser que se nos empache de vida UNA SOLA VEZ, seria simplemente injusto. ¿Injusto por parte de quien? Bueno en eso ya no me meto. El caso es que si la reencarnación existiese, ¿Dónde queda resguardada la memoria, la experiencia anterior? Pero… ¿no seria caótico si así fuese? Vidas y vidas, rostros, risas, llantos, muerte tras muerte, no, no, no, demasiado de solo pensarlo. Así que… nuestro alma renace en un nuevo cuerpo, desmemoriado, vacío en sentimientos aún desconocidos. Y así comienza una nueva realidad. Sin embargo algo se perdió: ¿cómo crecemos en número? Las ánimas permanecen estables en el tiempo pero la sed reproductiva en el hombre es… imparable. Entonces… las almas se fragmentan. Se transmite la mitad de la misma de madre a hijo, de generación en generación. Se donan los espíritus llenos de historia a cada nuevo ser que llore al llegar. Y lloramos porque algo nuevo se nos ha metido en el pecho, envuelto en el aire durante el primer respiro. Algo pequeñito, tanto que a través de los años ya casi no puede distinguirse su forma. ¿Será por el empequeñecimiento de nuestro aliento que el mal cada vez mas se apodera de los débiles? No, sería demasiado cruel. El alma debería poder regenerarse, mantener su luz e luminar las pieles de las nuevas sonrisas.
Me parece a mí o… Quiero vidas, muchas, muchísimas para seguir viéndote en ellas…
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Cortázar, Julio. Historias de cronopios y de famas. 1962.
Desenvuélveme papel, hazlo hasta el infinito. Quiébrame al punto de estallar en pánico y pelear por la antonomasia de mis delirios. Quiero desquebrajarme, desagotar toda la perfección oculta o tal vez imposible; los absurdos, las incongruencias constantes de la vida diaria, los nunca documentados episodios mentales que se absorben y ocultan tras el retraimiento y el pavor por lo desconocido.
A petito A spiración A mbición A videz A fán A nhelo
Aquí estamos ahora, entreténgannos. Qué estado de agresividad imponente retumba entre tus oídos. Solo, solo, solo. Nos creen estúpidos, espíritus adolescentes, solo eso, ánimas sin capacidad pensante. Pero no saben lo que escondemos, pues aquí estamos y no es por nada. Sorprendemos y nos creemos inmortales, al menos por instantes en donde nadie puede pararnos. Saltemos sin parar pues para eso se nos ha dado esta vida, este pequeño lapso de tiempo, que según dicen es mas breve de lo que cualquiera puede imaginar.
Increíble pero cierto: nos tienen miedo y no saben como detener los impulsos de nuestros cuerpos. Humo por doquier, alaridos espeluznantes los tornan dementes; devoran a los desgastados e influenciables individuos de la edad moderna con truenos y desgarros.
“[La especificidad de la ficción es] su relación con la verdad. Me interesa trabajar esa zona indeterminada donde se cruzan la ficción y la verdad. Antes que nada, porque no hay campo propio de la ficción. De hecho, todo se puede ficcionalizar. La ficción trabaja con la creencia y, en este sentido, conduce a la ideología, a los modelos convencionales de la realidad y, por supuesto, también a las convenciones que hacen verdadero (o ficticio) un texto. La realidad está tejida de ficciones. La Argentina de estos años es un buen lugar para ver hasta qué punto el discurso del poder adquiere, a menudo, forma de una ficción criminal. El discurso militar ha tenido la pretensión de ficcionalizar lo real para borrar la opresión. […] para mí la literatura es un espacio fracturado, donde circulan distintas voces, que son sociales. La literatura no está puesta en ningún lugar como una esencia, es un efecto […]”
Piglia, Ricardo. Crítica y ficción. Buenos Aires, Seix Barral, 2000. (Fragmento)
Cuando un poeta seleciona una palabra dentro del enorme campo de posibilidades que le da la lengua, lo hace porque sabe que es ese término y no otro el que le permite transmitir una idea, una sensación, un sentimiento.
Aquellas admiraciones II
Isabel Allende
.. El sí sabe ..
La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.